08.08.2019 | Química y lifestyle
CIENCIA Y CINE: UNA RELACIÓN DE AMOR-ODIO
¿Cuántas películas sobre ciencia has visto últimamente? Tal vez así, a bote pronto, no se te ocurra ninguna. Piensa un poco más. Puede que la “ciencia”, en general, no suela aparecer como tema principal en el cine, pero las películas más taquilleras abordan a menudo aspectos científicos, que van desde la ingeniería genética a la inteligencia artificial, la física nuclear o incluso los viajes en el tiempo.
Como protagonista o con un papel secundario, el científico siempre acaba apareciendo en nuestra pantalla. El problema es que a lo largo de la historia del cine se ha consolidado el estereotipo que lo muestra como “el científico loco”, “el hechicero”, en definitiva: el malo de la película. El riesgo de este estándar es que la gente vea a la ciencia como un peligro, interiorizando la imagen del científico loco riendo a carcajadas mientras trata de destruir el mundo.
Desde clásicos como Frankenstein a la más actual saga de Jurassic Park, donde los científicos desatan el miedo al resucitar dinosaurios desde el ADN de los mosquitos que chuparon su sangre y han quedado atrapados en ámbar, el cine siempre ha hecho a los científicos responsables de hacer renacer a los monstruos dormidos de la sociedad. En los años cincuenta estos monstruos despertaban como consecuencia de ensayos nucleares, lo que reflejaba el temor creado por la Guerra Fría y los bombardeos atómicos. Desde los noventa, lo hacen debido a manipulaciones genéticas.
Como contrapunto, los científicos también se han convertido en héroes en más de una ocasión. Por ejemplo, en la reciente miniserie Chernóbil de HBO, que no solo narra cómo se produjo el desastre nuclear sino que también expone los esfuerzos de las personas que respondieron a él para salvar a Europa de unos daños aún mayores. Entre ellas, destaca Valery Legasov (especializado en química inorgánica, por cierto), como científico encargado de investigar el accidente, y Ulana Khomyuk, un personaje ficticio que representa al equipo de Legasov y visibiliza a la mujer como profesional de la ciencia.
En resumen, la imagen que el cine dé a la ciencia influirá en millones de personas. Al fin y al cabo, el espectador no instruido en esta materia se acerca más a menudo a la información científica transmitida por las películas y series que por otros medios más especializados. Y como le dicen a otro superhéroe del cine (y del cómic) afectado por la ciencia: un gran poder conlleva una gran responsabilidad.